El último duelo me ha parecido una película muy interesante, especialmente por su estructura narrativa. Desde el principio engancha, con una ambientación medieval muy lograda y una forma de contar los hechos que no es habitual: vemos la misma historia desde tres perspectivas distintas. Ese recurso, que recuerda mucho a Rashōmon de Kurosawa, funciona bien para explorar la subjetividad y los matices en torno a la verdad.

Uno de los elementos más potentes de la película es cómo introduce temas como la misoginia estructural y la justicia desde una óptica que no suele verse tanto en este tipo de cine de época. La perspectiva de Marguerite nos muestra claramente las limitaciones y peligros que enfrentaban las mujeres, y abre una reflexión sobre si buscar justicia en un sistema que te ignora vale la pena, o si simplemente había que sobrevivir como se pudiera. También lanza una crítica a la idea —muy arraigada en la historia— de que la justicia era cosa de Dios, lo cual, en muchos casos, era una forma de evitar responsabilidades.

Dicho esto, aunque su punto de vista aporta una dimensión valiosa, la película sigue girando, en el fondo, en torno al conflicto entre Jean y Jacques. La experiencia de Marguerite, aunque clave, acaba funcionando como un catalizador de ese enfrentamiento entre hombres, y en ese sentido quizá la peli no logre transmitir del todo lo que quería. Aun así, es un enfoque distinto, y solo por eso ya suma.

La película puede hacerse un poco larga, pero vale la pena si te gusta el cine histórico. El duelo final está muy bien rodado, el montaje acompaña y la tensión se sostiene. Además, está basada en hechos reales: narra uno de los últimos duelos judiciales en Francia, en 1386. Y como curiosidad, el guion fue escrito por Matt Damon, Ben Affleck y Nicole Holofcener —su primera colaboración desde Good Will Hunting. Una pena que pasara algo desapercibida en su estreno, probablemente por la pandemia, porque es una película que merece verse, y si es en casa con home cinema y buen sonido, mejor.